sábado, 22 de noviembre de 2014

El Evangelio del Día


sábado 22 Noviembre 2014

Sábado de la trigésima tercera semana del tiempo ordinario

Santa Cecilia de Via Apia, Beato Elías Torrijo Sánchez

Leer el comentario del Evangelio por
San Justino : «No es Dios de muertos, sino de vivos»

Apoc. 11,4-12.

Se me dijo a mí, Juan: «Estos dos testigos son los dos olivos y los dos candelabros que están delante del Señor de la tierra.
Si alguien quiere hacerles daño, saldrá un fuego de su boca que consumirá a sus enemigos: así perecerá el que se atreva a dañarlos.
Ellos tienen el poder de cerrar el cielo para impedir que llueva durante los días de su misión profética; y también, tienen poder para cambiar las aguas en sangre y para herir la tierra con toda clase de plagas, todas las veces que quieran.
Y cuando hayan acabado de dar testimonio, la Bestia que surge del Abismo les hará la guerra, los vencerá y los matará.
Sus cadáveres yacerán en la plaza de la gran Ciudad -llamada simbólicamente Sodoma y también Egipto- allí mismo donde el Señor fue crucificado.
Estarán expuestos durante tres días y medio, a la vista de gente de todos los pueblos, familias, lenguas y naciones, y no se permitirá enterrarlos.
Los habitantes de la tierra se alegrarán y harán fiesta, y se intercambiarán regalos, porque estos dos profetas los habían atormentado».
Pero después de estos tres días y medio, un soplo de vida de Dios entró en ellos y los hizo poner de pie, y un gran temor se apoderó de los espectadores.
Entonces escucharon una voz potente que les decía desde el cielo: "Suban aquí". Y ellos subieron al cielo en la nube, a la vista de sus enemigos.


Salmo 144(143),1.2.9-10.

Bendito sea el Señor, mi Roca,
el que adiestra mis brazos para el combate
y mis manos para la lucha.

El es mi bienhechor y mi fortaleza,
mi baluarte y mi libertador;
él es el escudo con que me resguardo,
y el que somete los pueblos a mis pies.

Dios mío, yo quiero cantarte un canto nuevo
y tocar para ti con el arpa de diez cuerdas,
porque tú das la victoria a los reyes
y libras a David, tu servidor.





Lucas 20,27-40.

Se acercaron a Jesús algunos saduceos, que niegan la resurrección,
y le dijeron: "Maestro, Moisés nos ha ordenado: Si alguien está casado y muere sin tener hijos, que su hermano, para darle descendencia, se case con la viuda.
Ahora bien, había siete hermanos. El primero se casó y murió sin tener hijos.
El segundo
se casó con la viuda, y luego el tercero. Y así murieron los siete sin dejar descendencia.
Finalmente, también murió la mujer.
Cuando resuciten los muertos, ¿de quién será esposa, ya que los siete la tuvieron por mujer?".
Jesús les respondió: "En este mundo los hombres y las mujeres se casan,
pero los que sean juzgados dignos de participar del mundo futuro y de la resurrección, no se casarán.
Ya no pueden morir, porque son semejantes a los ángeles y son hijos de Dios, al ser hijos de la resurrección.
Que los muertos van a resucitar, Moisés lo ha dado a entender en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob.
Porque él no es un Dios de muertos, sino de vivientes; todos, en efecto, viven para él".
Tomando la palabra, algunos escribas le dijeron: "Maestro, has hablado bien".
Y ya no se atrevían a preguntarle nada.



Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por :

San Justino (c.100-160), filósofo y mártir
Tratado sobre la Resurrección, 8

«No es Dios de muertos, sino de vivos»

El cuerpo es precioso a los ojos de Dios, es el preferido entre todas sus obras, así pues es normal que quiera salvarlo... ¿No sería absurdo que lo que creó con tanto mimo, que lo que el Creador considera como la cosa más preciosa de todo lo creado, quede reducido a nada?


Cuando un escultor o un pintor quieren que su obra permanezca a fin de que sirva para su gloria, la restaura cuando se ha estropeado. ¿Y Dios vería su bien, su obra, volver a la nada, dejar de existir? Nosotros llamaríamos «obrero de lo inútil» al que construyera una casa para derruirla seguidamente o para dejarla que se estropeara siendo así que podría volver a levantarla. De la misma manera ¿no acusaríamos a Dios de crear el cuerpo inútilmente? Pero no, el Inmortal no es así; ¡aquel que por su naturaleza es el Espíritu del universo no podría ser tan insensato!...En verdad, Dios ha llamado al cuerpo a renacer y le ha prometido la vida eterna.


Porque donde se anuncia la buena noticia de la salvación del hombre, ésta se refiere también al cuerpo. En efecto ¿qué es el hombre sino un ser viviente dotado de inteligencia, compuesto de alma y cuerpo? ¿El alma, ella sola, es el hombre? No, es tan sólo el alma de un hombre. ¿Se llamará «hombre» al cuerpo? No, se dice que es el cuerpo de un hombre. Si pues, ninguno de estos dos elementos él solo no es el hombre, es a la unión de los dos al que se llama «hombre». Así pues, es a este hombre que Dios ha llamado a la vida y a la resurrección, y no tan solo a un parte del mismo sino al hombre entero, es decir al alma  al cuerpo. ¿No sería, pues, absurdo, siendo que existen los dos según y en la misma realidad, que uno se salve y el otro no?







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