miércoles, 7 de diciembre de 2016

El Evangelio del Día


miércoles 07 Diciembre 2016

Miércoles de la segunda semana de Adviento

San Ambrosio de Milán

Leer el comentario del Evangelio por
San Ambrosio : Ir hacia los demás tal como el Señor viene hacia nosotros.

Isaías 40,25-31.

Dice el Santo:
"¿A quién me van a asemejar, para que yo me iguale a él?" .
Levanten los ojos a lo alto y miren: ¿quién creó todos estos seres? El que hace salir a su ejército uno por uno y los llama a todos por su nombre: ¡su vigor es tan grande, tan firme su fuerza, que no falta ni uno solo!
¿Por qué dices Jacob, y lo repites tú, Israel: "Al Señor se le oculta mi camino y mi derecho pasa desapercibido a mi Dios?"
¿No lo saber acaso? ¿Nunca lo has escuchado? El Señor es un Dios eterno, él crea los confines de la tierra; no se fatiga ni se agota, su inteligencia es inescrutable.
El fortalece al que está fatigado y acrecienta la fuerza del que no tiene vigor.
Los jóvenes se fatigan y se agotan, los muchachos tropiezan y caen.
Pero los que esperan en el Señor renuevan sus fuerzas, despliegan alas como las águilas; corren y no se agotan, avanzan y no se fatigan.


Salmo 103(102),1-2.3-4.8.10.

Bendice al Señor, alma mía,
que todo mi ser bendiga a su santo Nombre;
bendice al Señor, alma mía,
y nunca olvides sus beneficios.

El perdona todas tus culpas
y cura todas tus dolencias;
rescata tu vida del sepulcro,
te corona de amor y de ternura.

El Señor es bondadoso y compasivo,
lento para enojarse y de gran misericordia;
no nos trata según nuestros pecados
ni nos paga conforme a nuestras culpas.




Mateo 11,28-30.

Jesús tomó la palabra y dijo:
"Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré.
Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio.
Porque mi yugo es suave y mi carga liviana."



Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por :

San Ambrosio (c. 340-397), obispo de Milán y doctor de la Iglesia
La Penitencia, I, 1

Ir hacia los demás tal como el Señor viene hacia nosotros.

La moderación es, sin duda, la más bella de todas las virtudes… Es tan sólo a ella que la Iglesia, adquirida al precio de la sangre del Señor, debe su expansión; ella es imagen del favor celestial de la redención universal… Por eso, el que se dedica a corregir los defectos de la debilidad humana debe soportar, y en cierta manera cargar esta debilidad sobre sus propios hombros, en lugar de rechazarlos. Porque leemos que el pastor del Evangelio llevó la oveja cansada, no que la rechazó (Lc 15,5)… En efecto, la moderación debe temperar a la justicia. De no ser así ¿cómo alguno hacia quien muestras desagrado –alguien que pensaría ser para su médico objeto de desprecio y no de compasión- podría venir hacia ti para ser curado?.

Por eso el Señor ha dado muestras de compasión hacia nosotros. Su deseo era el de llamarnos para que fuéramos hacia él y no hacernos huir asustándonos. La dulzura marca su venida; su venida está marcada por la humildad. Por otra parte, dijo: "Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré". Así pues, el Señor reconforta, no excluye a nadie, no rechaza jamás. Con razón escogió como discípulos a unos hombres que, fieles intérpretes de la voluntad del Señor, reunirían al pueblo de Dios, en lugar de rechazarlo.







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