El fariseo Simón admira a Jesús, pero sus esquemas rígidos de la Ley le impiden entender una de las dimensiones fundamentales de su propuesta: la misericordia. Y así no sólo descalifica a su invitado, sino también a la mujer. La juzga excluyéndola de toda posibilidad de cambiar y reorientar su vida. Es a todas luces contradictorio pretender estar con Jesús cuando al mismo tiempo se excluye al ser humano por razones morales, económicas, políticas o religiosas. La unción que efectúa la mujer sobre Jesús nos revela la triple dimensión de toda acción misericordiosa: perdón, conversión y agradecimiento por el perdón recibido. La parábola del acreedor y los dos deudores ratifica la íntima relación que debe existir entre el perdón de los pecados y la acción de gracias. Al que más se le perdona es porque tiene más pecados, pero también porque tiene un corazón abierto a la conversión y al agradecimiento.
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