viernes, 2 de octubre de 2009

Sobre las Lecturas de Hoy viernes 02

Los discípulos discutían sobre quién de ellos sería el mayor. ¿Nunca se acabaría la lucha contra la ambición? ¿Finalmente llegarían a entender de qué se trataba este asunto del Reino? Entonces Jesús se sentó, como un maestro, llamó a los doce y tomando "a un niño, lo puso a su lado y les dijo: «El que recibe a este niño en mi nombre, me recibe a mí, y el que me recibe a mí, recibe al que me envió. El más pequeño entre todos ustedes, ése es realmente grande». La actitud de Jesús es un gesto verdaderamente pedagógico: Jesús pone a un niño ante los discípulos y lo declara prototipo de grandeza en el Reino de Dios. A partir de este gesto, Mateo elabora una cadena de sentencias impregnadas de matices característicos de su Iglesia. El niño no será un ejemplo de inocencia o pureza; el niño es un ser débil, sin poder, sin pretensiones, sin autoridad; no tiene nada que decir en la sociedad y debe limitarse a obedecer las órdenes que le dan los mayores, sólo puede "recibir" con alegría lo que se le ofrece. El llamado de Jesús a sus discípulos es a que renuncien a las pretensiones sobre el Reino y acepten con valentía lo que se les ofrece. Los discípulos deben cambiar sustancialmente su concepto sobre la grandeza. El ser como niños no significa volver a ser el niño que se fue, sino renunciar al poder y optar por la humildad y el servicio a los demás, como única posibilidad de ser parte del Reino de Dios. La segunda parte de nuestro texto muestra la preocupación de los discípulos por el prestigio y la posición elitista que se expresa en su rechazo de aquel que, aunque no es del grupo de los doce, realiza acciones curativas en nombre de Jesús. La reacción de Jesús es inmediata: rechaza explícitamente esta actitud elitista y sectaria del grupo. El error que cometieron los discípulos fue pensar que el "desconocido" que invocaba el nombre de Jesús les hacía competencia. Jesús piensa de otra manera y nos invita a que nosotros pensemos como Él. Nos invita a que nos abramos a otras personas, grupos y movimientos y trabajemos por una causa común: el Reino de Dios. Nosotros, la comunidad de los seguidores de Jesús, hemos de estar dispuestos a tolerar y aceptar a TODOS los que trabajan por instaurar en el mundo un nuevo proyecto social.

Fuente: Lecturas Diarias

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