miércoles, 26 de octubre de 2016

El Evangelio del Día


miércoles 26 Octubre 2016

Miércoles de la trigésima semana del tiempo ordinario

Santos Luciano y Marciano

Leer el comentario del Evangelio por
San Ireneo de Lyon : «Vendrán de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur y se sentarán a la mesa en el Reino de Dios»

San Pablo a los Efesios 6,1-9.

Hijos, obedezcan a sus padres en el Señor porque esto es lo justo,
ya que el primer mandamiento que contiene una promesa es este: Honra a tu padre y a tu madre,
para que seas feliz y tengas una larga vida en la tierra.
Padres, no irriten a sus hijos; al contrario, edúquenlos, corrigiéndolos y aconsejándolos, según el espíritu del Señor.
Esclavos, obedezcan a sus patrones con temor y respeto, sin ninguna clase de doblez, como si sirvieran a Cristo;
no con una obediencia fingida que trata de agradar a los hombres, sino como servidores de Cristo, cumpliendo de todo corazón la voluntad de Dios.
Sirvan a sus dueños de buena gana, como si se tratara del Señor y no de los hombres,
teniendo en cuenta que el Señor retribuirá a cada uno el bien que haya hecho, sea un esclavo o un hombre libre.
Y ustedes, patrones, compórtense de la misma manera con sus servidores y dejen a un lado las amenazas, sabiendo que el Señor de ellos, que lo es también de ustedes, está en el cielo, y no hace acepción de personas.


Salmo 145(144),10-11.12-13ab.13cd-14.

Que todas tus obras te den gracias, Señor,
y tus fieles te bendigan;
que anuncien la gloria de tu reino
y proclamen tu poder.

Así manifestarán a los hombres tu fuerza
y el glorioso esplendor de tu reino:
tu reino es un reino eterno,
y tu dominio permanece para siempre.

El Señor es fiel en todas sus palabras
y bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que caen
y endereza a los que están encorvados.




Lucas 13,22-30.

Jesús iba enseñando por las ciudades y pueblos, mientras se dirigía a Jerusalén.
Una persona le preguntó: "Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?". El respondió:
"Traten de entrar por la puerta estrecha, porque les aseguro que muchos querrán entrar y no lo conseguirán.
En cuanto el dueño de casa se levante y cierre la puerta, ustedes, desde afuera, se pondrán a golpear la puerta, diciendo: 'Señor, ábrenos'. Y él les responderá: 'No sé de dónde son ustedes'.
Entonces comenzarán a decir: 'Hemos comido y bebido contigo, y tú enseñaste en nuestras plazas'.
Pero él les dirá: 'No sé de dónde son ustedes; ¡apártense de mí todos los que hacen el mal!'.
Allí habrá llantos y rechinar de dientes, cuando vean a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, y ustedes sean arrojados afuera.
Y vendrán muchos de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur, a ocupar su lugar en el banquete del Reino de Dios.
Hay algunos que son los últimos y serán los primeros, y hay otros que son los primeros y serán los últimos".



Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por :

San Ireneo de Lyon (c. 130-c. 208), obispo, teólogo y mártir
Contra las herejías, V, 32, 2

«Vendrán de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur y se sentarán a la mesa en el Reino de Dios»

     La promesa hecha antiguamente por Dios a Abrahán permanece estable. En efecto, le había dicho: «Desde tu puesto dirige la mirada hacia el norte, mediodía, levante y poniente. Toda la tierra que abarques te la daré a ti y a tus descendientes para siempre» (Gn 13, 14-15)... Sin embargo, Abrahán no recibió en la tierra ninguna parte en herencia «ni tan sólo donde poner los pies» sino que siempre fue «un extraño y un huésped pasajero» (Hch 7,5; Gn 23,4)... Si Dios, pues, le prometió recibir en herencia una tierra y no la recibió durante su estancia aquí abajo, es preciso que la reciba con su posteridad, es decir, con aquellos que temen a Dios y creen en él, cuando la resurrección de los muertos.

     Ahora bien, esta posteridad es la Iglesia, la cual, por el Señor, recibe la filiación adoptiva con respecto a Abrahán, como lo dice Juan Bautista: «Dios puede hacer surgir de las piedras hijos de Abrahán» (Mt 3,9). El apóstol Pablo dice en su carta a los Gálatas: «Vosotros, hermanos, sois como Isaac, hijos de la promesa» (Gal 4,28). Y dice todavía más claramente en la misma epístola que los que han creído en Cristo, reciben por él, la promesa hecha a Abrahán: «las promesas fueron dirigidas a Abrahán y a su descendencia.  No dice: «y a los descendientes», como si fueran muchos, sino a uno solo, a tu descendencia, es decir, a Cristo (3,16). Y para confirmar todo ello dice aún más: «Así Abrahán creyó en Dios y le fue reputado como justicia. Tened, pues, entendido que los que viven de la fe, ésos son los hijos de Abrahán. La Escritura, previendo que Dios justificaría a los gentiles por la fe, anunció con antelación a Abrahán esta buena  nueva: En ti serán bendecidas todas las naciones. (3, 6-8)...

     Si pues ni Abrahán ni su descendencia, es decir, los que son justificados por la fe, no reciben ahora la herencia sobre la tierra, la recibirán en la resurrección de los justos, porque Dios es verídico y estable en todas las cosas. Y es por este motivo que el Señor decía: «Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la tierra en herencia» (Mt 5,5).







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