lunes, 23 de abril de 2018

El Evangelio del Día


lunes 23 Abril 2018

Lunes de la cuarta semana de Pascua

San Adalberto de Praga

Leer el comentario del Evangelio por
Santo Tomás de Aquino : «Quien entre por mí se salvará»

Hechos 11,1-18.

En aquellos días:
Los Apóstoles y los hermanos de Judea se enteraron de que también los paganos habían recibido la Palabra de Dios.
Y cuando Pedro regresó a Jerusalén, los creyentes de origen judío lo interpelaron,
diciéndole: "¿Cómo entraste en la casa de gente no judía y comiste con ellos?".
Pedro comenzó a contarles detalladamente lo que había sucedido:
"Yo estaba orando en la ciudad de Jope, cuando caí en éxtasis y tuve una visión. Vi que bajaba del cielo algo parecido a un gran mantel, sostenido de sus cuatro puntas, que vino hasta mí.
Lo miré atentamente y vi que había en él cuadrúpedos, animales salvajes, reptiles y aves.
Y oí una voz que me dijo: 'Vamos, Pedro, mata y come'.
'De ninguna manera, Señor, respondí, yo nunca he comido nada manchado ni impuro'.
Por segunda voz, oí la voz del cielo que me dijo: "No consideres manchado lo que Dios purificó".
Esto se repitió tres veces, y luego, todo fue llevado otra vez al cielo.
En ese momento, se presentaron en la casa donde estábamos tres hombres que habían sido enviados desde Cesarea para buscarme.
El Espíritu Santo me ordenó que fuera con ellos sin dudar. Me acompañaron también los seis hermanos aquí presentes y llegamos a la casa de aquel hombre.
Este nos contó en qué forma se le había aparecido un ángel, diciéndole: 'Envía a alguien a Jope, a buscar a Simón, llamado Pedro.
El te anunciará un mensaje de salvación para ti y para toda tu familia'.
Apenas comencé a hablar, el Espíritu Santo descendió sobre ellos, como lo hizo al principio sobre nosotros.
Me acordé entonces de la palabra del Señor: 'Juan bautizó con agua, pero ustedes serán bautizados en el Espíritu Santo'.
Por lo tanto, si Dios les dio a ellos la misma gracia que a nosotros, por haber creído en el Señor Jesucristo, ¿cómo podía yo oponerme a Dios?".
Después de escuchar estas palabras se tranquilizaron y alabaron a Dios, diciendo: "También a los paganos Dios les ha concedido el don de la conversión que conduce a la Vida".


Salmo 42(41),2-3.43(42),3.4.

Como la cierva sedienta
busca las corrientes de agua,
así mi alma suspira
por ti, mi Dios.
Mi alma tiene sed de Dios,
del Dios viviente:
¿Cuándo iré a contemplar

el rostro de Dios?
Envíame tu luz y tu verdad:
que ellas me encaminen
y me guíen a tu santa Montaña,

hasta el lugar donde habitas.
Y llegaré al altar de Dios,
el Dios que es la alegría de mi vida;
y te daré gracias con la cítara,

Señor, Dios mío.





Juan 10,1-10.

Jesús dijo a los fariseos: "Les aseguro que el que no entra por la puerta en el corral de las ovejas, sino por otro lado, es un ladrón y un asaltante.
El que entra por la puerta es el pastor de las ovejas.
El guardián le abre y las ovejas escuchan su voz. El llama a cada una por su nombre y las hace salir.
Cuando las ha sacado a todas, va delante de ellas y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz.
Nunca seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen su voz".
Jesús les hizo esta comparación, pero ellos no comprendieron lo que les quería decir.
Entonces Jesús prosiguió: "Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas.
Todos aquellos que han venido antes de mí son ladrones y asaltantes, pero las ovejas no los han escuchado.
Yo soy la puerta. El que entra por mí se salvará; podrá entrar y salir, y encontrará su alimento.
El ladrón no viene sino para robar, matar y destruir. Pero yo he venido para que las ovejas tengan Vida, y la tengan en abundancia."



Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por :

Santo Tomás de Aquino (1225-1274), dominico, teólogo, doctor de la Iglesia
Comentario al evangelio de Juan, 10,3

«Quien entre por mí se salvará»

«Yo soy el buen pastor». Es evidente que el oficio de pastor compete a Cristo, pues, de la misma manera que el rebaño es guiado y alimentado por el pastor, así Cristo alimenta a los fieles espiritualmente y también con su cuerpo y su sangre... Pero ya que Cristo, por una parte, afirma que el pastor entra por la puerta y, en otro lugar, dice que él es la puerta, y aquí añade que él es el pastor, debe concluirse de todo ello, que Cristo entra por sí mismo. Y es cierto que Cristo entra por sí mismo, pues él se manifiesta a sí mismo, y por sí mismo, conoce al Padre. Nosotros, en cambio, entramos por él, pues por él alcanzamos la felicidad.

Nadie que no sea él es puerta, porque nadie sino él es «la luz verdadera que ilumina a todo hombre» (Jn 1.9)... Por ello nadie puede decirse que sea puerta; esta cualidad Cristo se la reservó para sí; en cambio, el oficio de pastor lo dio también a otros y quiso que lo tuvieran sus miembros: por ello Pedro fue pastor (Jn 21,15), y pastores fueron también los otros apóstoles, y son pastores todos los buenos obispos. «Os daré pastores a mi gusto» dice la Escritura (Jr 3,15)... Nadie puede ser buen pastor si no llega a ser una sola cosa con Cristo por la caridad y se convierte en miembro del verdadero pastor.

El deber del buen pastor es la caridad. Por eso dice: «El buen pastor da la vida por las ovejas» (Jn 10,11)... Cristo nos dio ejemplo: «Si Cristo dio su vida por nosotros, también nosotros debemos dar nuestra vida por los hermanos» (1Jn 3,16)-







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