viernes, 20 de julio de 2018

El Evangelio del Día


viernes 20 Julio 2018

Viernes de la decimoquinta semana del tiempo ordinario

Beato Luigi Novarese

Leer el comentario del Evangelio por
Afraates : El señor del sábado

Isaías 38,1-6.21-22.7-8.

Ezequías cayó gravemente enfermo. El profeta Isaías, hijo de Amós, fue a verlo y le dijo: "Así habla el Señor: Ordena los asuntos de tu casa, porque vas a morir. Ya no vivirás más".
Ezequías volvió su rostro hacia al pared y oró al Señor,
diciendo: "¡Ah, Señor! Recuerda que yo he caminado delante de ti con fidelidad e integridad de corazón, y que hice lo que es bueno a tus ojos". Y Ezequías se deshizo en llanto.
Entonces la palabra del Señor llegó a Isaías en estos términos:
"Ve a decir a Ezequías: Así habla el Señor, el Dios de tu padre David: He oído tu súplica, he visto tus lágrimas. Yo añadiré otros quince años a tu vida;
te libraré, a ti y a esta ciudad, de manos del rey de Asiria, y defenderé a esta ciudad".
Luego dijo Isaías: "Traigan un emplasto de higos; aplíquenlo sobre la úlcera, y el rey sanará".
Ezequías respondió: "¿Cuál es la señal de que podré subir a la Casa del Señor?".
"Esta es la señal que te da el Señor para confirmar la palabra que ha pronunciado:
En el reloj de sol de Ajaz, yo haré retroceder diez grados la sombra que ha descendido". Y el sol retrocedió en el reloj los diez grados que había descendido.


Isaías 38,10.11.12abcd.16.

Yo decía: En lo mejor de mis días
me tengo que ir:
he sido destinado a las puertas del Abismo
por el resto de mis años.

Yo decía: Ya no contemplaré al Señor
en la tierra de los vivientes;
no veré más a los hombres
entre los habitantes del mundo.

Arrancan mi morada y me la arrebatan,
como una carpa de pastores.
Como un tejedor, yo enrollaba mi vida,
pero él me corta de la trama:

Los que el Señor protege, vivirán,
y su espíritu animará todo lo que hay en ellos:
tú me restablecerás y me harás revivir.





Mateo 12,1-8.

Jesús atravesaba unos sembrados y era un día sábado. Como sus discípulos sintieron hambre, comenzaron a arrancar y a comer las espigas.
Al ver esto, los fariseos le dijeron: "Mira que tus discípulos hacen lo que no está permitido en sábado".
Pero él les respondió: "¿No han leído lo que hizo David, cuando él y sus compañeros tuvieron hambre,
cómo entró en la Casa de Dios y comieron los panes de la ofrenda, que no les estaba permitido comer ni a él ni a sus compañeros, sino solamente a los sacerdotes?
¿Y no han leído también en la Ley, que los sacerdotes, en el Templo, violan el descanso del sábado, sin incurrir en falta?
Ahora bien, yo les digo que aquí hay alguien más grande que el Templo.
Si hubieran comprendido lo que significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios, no condenarían a los inocentes.
Porque el Hijo del hombre es dueño del sábado".



Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por :

Afraates (¿-c. 345), monje, obispo cerca de Mossul
Las Disertaciones, nº13, 1-2.13

El señor del sábado

El Señor, por medio de Moisés, su servidor pidió a los hijos de Israel que observaran el sábado. Les dijo: "Trabajarás durante seis días pero el día séptimo es el sábado, un día de reposo dedicado al Señor tu Dios" (Ex 20,9)...  Y les advirtió: "Descansarás tú, tu esclavo, tu esclava, tus bueyes y tu asno". Y añadió: "Igualmente descansarán el mercenario y el extranjero y todo animal que trabaja a tu servicio" (Ex 23,12)... El sábado no ha sido impuesto como una prueba, una opción entre la vida y la muerte, entre la justicia y el pecado igual que los demás preceptos según los cuales el hombre puede escoger entre la vida y la muerte. No, el sábado es el día que se ha dado al pueblo para su descanso, no sólo el de los hombres sino también el de los animales...

Escucha ahora, pues, cual es el sábado que Dios quiere. Isaías lo ha dicho: "Dad  descanso a los abatidos" (28,12). Y en otra parte: "Los que observan el sábado sin profanarlo, se verán reconfortados por mi alianza y son los que escogen lo que a mí me place" (56,4)... El sábado no hace ningún provecho a los malvados, los asesinos, los ladrones. Pero los que escogen hacer lo que Dios quiere y alejan de sus manos el hacer el mal, Dios habita en ellos y hace su morada en ellos, tal como lo dice su palabra: "Habitaré en ellos y caminaré junto a ellos" (Lv 26,12; 2Co 6,16)... Nosotros, pues, guardemos fielmente el sábado de Dios, es decir, lo que es grato a su corazón. Así entraremos en el sábado del gran descanso, el sábado del cielo y de la tierra en el que toda criatura descansará.







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