jueves, 19 de noviembre de 2015

El Evangelio del Día


jueves 19 Noviembre 2015

Jueves de la trigésima tercera semana del tiempo ordinario

San Abdías Profeta, Santa Matilde  Hackeborn

Leer el comentario del Evangelio por
San Agustín : "¡Si tú también hubieras comprendido en este día el mensaje de paz!"

1 Macabeos 2,15-29.

Entre tanto, los delegados del rey, encargados de imponer la apostasía, llegaron a la ciudad de Modín, para exigir que se ofrecieran los sacrificios.
Se presentaron muchos israelitas, pero Matatías y sus hijos se agruparon aparte.
Entonces los enviados del rey fueron a decirle: "Tú eres un jefe ilustre y gozas de autoridad en esta ciudad, respaldado por hijos y hermanos.
Sé el primero en acercarte a ejecutar la orden del rey, como lo han hecho todas las naciones, y también los hombres de Judá y los que han quedado en Jerusalén. Así tu y tus hijos, serán contados entre los Amigos del rey y gratificados con plata, oro y numerosos regalos".
Matatías respondió en alta voz: "Aunque todas las naciones que están bajo el dominio del rey obedezcan y abandonen el culto de sus antepasados para someterse a sus órdenes,
yo, mis hijos y mis hermanos nos mantendremos fieles a la Alianza de nuestros padres.
El Cielo nos libre de abandonar la Ley y los preceptos.
Nosotros no acataremos las órdenes del rey desviándonos de nuestro culto, ni a la derecha ni a la izquierda".
Cuando acabó de pronunciar estas palabras un judío se adelantó a la vista de todos para ofrecer un sacrificio sobre el altar de Modín, conforme al decreto del rey.
Al ver esto, Matatías se enardeció de celo y se estremecieron sus entrañas; y dejándose llevar por una justa indignación, se abalanzó y lo degolló sobre el altar.
Ahí mismo mató al delegado real que obligaba a ofrecer los sacrificios y destruyó el altar.
Así manifestó su celo por la Ley, como lo había hecho Pinjás con Zimrí, hijo de Salú.
Luego comenzó a gritar por la ciudad con todas sus fuerzas: "Todo el que sienta celo por la Ley y quiera mantenerse fiel a la Alianza, que me siga".
Y abandonando todo lo que poseían en la ciudad, él y sus hijos huyeron a las montañas.
Entonces muchos judíos, amantes de la justicia y el derecho, se retiraron al desierto para establecerse allí


Salmo 50(49),1-2.5-6.14-15.

El Dios de los dioses, el Señor,
habla para convocar a la tierra
desde la salida del sol hasta el ocaso.
El Señor resplandece desde Sión,

que es el dechado de toda hermosura:
"Reúnanme a mis amigos,
a los que sellaron mi alianza con un sacrificio".
¡Que el cielo proclame su justicia,

porque el Señor es el único Juez!
Ofrece al Señor un sacrificio de alabanza
y cumple tus votos al Altísimo;
invócame en los momentos de peligro:

yo te libraré, y tú me glorificarás".



Lucas 19,41-44.

Cuando estuvo cerca y vio la ciudad, se puso a llorar por ella,
diciendo: "¡Si tú también hubieras comprendido en este día el mensaje de paz! Pero ahora está oculto a tus ojos.
Vendrán días desastrosos para ti, en que tus enemigos te cercarán con empalizadas, te sitiarán y te atacarán por todas partes.
Te arrasarán junto con tus hijos, que están dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no has sabido reconocer el tiempo en que fuiste visitada por Dios".



Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por :

San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia
Comentarios a los salmos, Sal 121

"¡Si tú también hubieras comprendido en este día el mensaje de paz!"

"Haya paz en tu fortaleza." (Sal 121,7) ¡Oh Jerusalén, "oh ciudad que eres edificada como ciudad, que participas en la unidad!" (121,3), en tu fortaleza haya paz, haya paz en tu amor, porque tu fortaleza o virtud es el amor. Oye lo que dice el Cantar de los Cantares: "El amor es más fuerte que la muerte" (8,6). Sentencia sublime, hermanos, es: El amor es más fuerte que la muerte. (…) ¿Quién se enfrenta a la muerte, hermanos? Se hace frente al fuego, a las olas, a la espada; se resiste a los príncipes, a los reyes. Pero se acerca sola la muerte, ¿y quién se opone a ella? Nada hay más fuerte que ella. Por eso la caridad se compara a su fortaleza; y además se dijo que el amor es más fuerte que la muerte. Pues como el amor mata lo que fuimos, para que seamos lo que no éramos efectúa en nosotros cierta muerte. Con esta muerte murió el que decía: "El mundo está crucificado para mí, y yo para el mundo" (Ga 6,14). Con esta muerte estaban muertos aquellos a quienes decía: "Muertos estáis, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios". (Col 3,3)


El amor es más fuerte que la muerte. (...) Haya paz en tu fortaleza, ¡oh Jerusalén!, haya paz en tu amor. Y por esta fortaleza, por este amor, por esta paz, "haya abundancia en tus torres", (Sal 121,7) es decir, en tus alturas. (…)Sin embargo, el colmo de las delicias y la plenitud de las riquezas es el mismo Dios, Él que es uno. Aquel de quien participa la ciudad en la permanencia; ´Él será también nuestra abundancia en la ciudad de Jerusalén.







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